miércoles, 1 de octubre de 2008

El lugar del escritor como actor social e intelectual-1ª Parte: Sebastiàn Tresguerres

El lugar del escritor como actor social e intelectual

El lugar del escritor según Sebastián Tresguerres

“En este país puedes tener dos posturas frente a las literaturas regionales: o las apoyas con entusiasmo aunque las padezcas, o las atacas hasta aniquilarlas. Por lo general la gente hace todo lo contrario: nada. O sea: no hace nada a favor de ellas y no hace nada en contra de ellas: ni siquiera las lee”

Segundo Nivel Metafísico: la guerra de los poetas – Huida Rara
[1]


Respondiendo tal vez al mandato del intelectual de definir su lugar dentro/fuera del sistema al que pertenece, es evidente, que más allá de las críticas que efectivamente le hace, Sebastián Tresguerres se considera un autor patagónico.

Por esa causa teoriza, a la manera moderna, reflexionando dentro de su obra; acerca del campo literario al que pertenece, polemizando dentro de él, en su propia problemática, con su autónomía relativa, según la definición de campos que efectuara el sociólogo Pierre Bourdieu.

Voy a trabajar hoy con un sólo aspecto autoreflexivo del autor santacruceño Sebastián Tresguerres, y sólo con fragmentos de dos de sus obras: Huída Rara y Suur Xur.

La cita que abre este trabajo es, además de muy precisa, engañosa. Precisa porque es evidente que proviene de un intelectual que conoce muy bien de qué habla. En un libro anterior del autor, llamado Suur Xur hace una reflexión parecida:

“ (...) entre los años 1999 y 2004 he recorrido (pausada e interrumpidamente) la provincia de Santa Cruz. Como idea original tenía el plan de recolectar producciones escritas locales en cada ciudad pero atentas sobre todo a temáticas que se refirieran a lo social (o aunque sea lo tocaran sutilmente o hasta en juego) y contactarme (para lograr ello) con escritores y periodistas. Ya en la primera ciudad, la más populosa, tuve un inconveniente: los escritores “oficiales” más reconocidos (entre los que pude acceder; no sé cómo serán los otros) me demostraron el siguiente inconveniente: o sóo escribían acerca de trilladas leyendas indias, o sólo se dedicaban a poemas repletos de viento y calafates, u otros habían escrito algo acerca de lo que yo estaba buscando pero no se animaban a mostrarlo por llevar cierto grado de antioficialismo político o de mensajes ríspidos.”[2]


Y engañosa porque no se refiere a dos posturas, si no a tres.
Partiendo entonces de la frase/cita que abre este trabajo podemos decir que Sebastián Tresguerres, mientras escribía en Santa Cruz se dedicó a investigar qué escribían y qué postura ocupaban sus colegas ( y el mismo) dentro del campo literario santacruceño, que forma parte del campo literario patagónico, Y si segun él mismo dijo, sólo se pueden tener dos posturas (que son en rigor de verdad, tres) tendremos que ver en cuál de ellas se inserta Tresguerres. Si responde a la tradición impuesta o no, con lo cual estaría inaugurando entonces otra tradición: la de la ruptura, citando a Octavio Paz.

Decía que esas dos posturas enunciadas en Huida Rara son tres:
las apoyas con entusiasmo aunque las padezcas
las atacas hasta aniquilarlas
nada, ni siquiera las lees

El campo literario todo, los escritores, los escasos lectores, los académicos, etc, toman una y otra postura respecto de eso.

Entre aquellos que adhieren a la postura 1 encontramos a muchos escritores, la mayoria de ellos los llamados “oficialistas”[3], que según Tresguerres y quién escribe este trabajo recrean trilladas leyendas indias y poemas de viento y calafates.
Estos escritores,por llamarlos de algun modo, no han leído mucho de lo que producen otros escritores, ni de la patagonia ni de otros lados, se han formado escasamente y se quedaron con estéticas de colegio secundario, cuando se habla de autores, muchos de ellos citan a Espronceda, Almafuerte, Prilutzki Farni (la recuerdan? de la telenovela), aforismos y en esa línea estética.
Otros están un poco más formados gracias a la tarea de los talleres literarios, pero escriben en una línea muy tradicional, sin animarse a la experimentación, a la búsqueda de una estética propia, porque total ¿para qué? si somos pocos, lo libros se venden o no, no importa demasiado, porque en general las tirada editoriales (de baja calidad y número) son pagadas por el estado (que elige esos libros en concursos dudosos, con dudosos jurados de la zona) y van a parar a una olvidada biblioteca de escuela donde nadie los tocará.
Son libros que se editan para no ser leídos, se editan para ocupar un lugar burocrático, para que un funcionario diga que hace algo por la cultura, cuando en realidad hace todo lo contrario (que es la finalidad inconfesada del asunto), diluye toda idea de cultura como una entidad viva, dinámica, cuestionadora y la convierte en un artículo de museo, algo cerrado y clausurado, muerto bah...
Otros escritores, un poco más críticos y más formados (y ojo cuando dijo “formados” no estoy hablando de que hayan pasado o no por una casa de altos estudios, un escritor se forma leyendo mucho, reflexionando mucho,no pasando por un claustro) adhieren a una idea de literarura patagónica. No es fruto esta postura de una adhesión a la estética del calafate y viento, sino una postura estética y política de diferenciación respecto de la Literatura Argentina, que representa, en rigor, un sistema bonaerense o de grandes urbes, con sus validaciones, circuitos de circulación, editoriales, etc. Y si bien es cierto que la Literatura Patagónica es un recorte arbitrario, debemos señalar que en realidad toda literatura lo es. También la Argentina, la Europea, la Latinoamericana, etc; y sin embargo se las lee y se escribe acerca de ellas en su relativa especificidad de campo.

Respecto de la postura que dimos en llamar número 2 a efectos de este ensayo, podemos incluir allí dentro (y haciendo la salvedad de honrosas y escasísimas excepciones que no vienen al caso ya que hablamos de generalidades y no de excepciones) a la “Academia” (puesta así, entre comillas, muchas) .
Esta Academia Patagónica se compone aquí en el sur de profesionales formados, por lo general en el norte, llámese UBA o UNC, y muy pocos, la minoría de profesionales egresados de aquí pero formados por el sistema heredado de sus profesores. En una actitud de “fanatismo del converso” estos profesionales desprecian todo aquello que les es cercano, califican de mediocre rápidamente a todo aquello que no pueden entender, porque no los formaron para entenderlo, y no les dieron las herramientas para crear un pensamiento autónomo. Creen tener (en ese sentido de falsa conciencia) algún prestigio académico que perder. Pues entonces leen y releen a Saer, a Borges, sin que la academia “central” a la que aspiran llegar, se entere, y mucho menos les importe.
Es decir están en la misma situación que los productores (poetas, novelistas, etc) pero que mientras los poetas, novelistas y cuentistas de la zona lo saben, son conciente de su situación de precariedad intelectual y toman postura a favor o en contra, los académicos ignoran estar en tal situación de precariedad. Se refugian en sus claustros y en sus pequeños territorios de poder discursivo. Sólo algunos se animan a leer algo, a veces, para su sorpresa, encuentran algo más que calafate y viento, y ahí ya no saben qué hacer.
Su postulado básico es que la literatura patagónica no existe. No tiene calidad, no tiene estatuto, no tiene...
Algunos de ellos se quedan simplemente en la postura 3. Nada. No leen nada. Eso es peligroso si lo pensamos, ya que se supone que las Instituciones de Educación Superior debieran ser productora de pensamiento, no meros repetidores de Sarlo y Ludmer, o Bloom (como diría una amiga). Pero quienes hemos pisado el claustro sabemos cuán dificil se le hace a un estudiante intentar un trayecto de formación no- convencional.
Eso es una cuestión que la misma academia tendrá que resolver, corriendo el riesgo de leer las producciones locales o regionales, antes de que desde el extranjero, siempre ávidos de nuevos objetos de investigación, les “soplen” la idea. si no lo hacen por convencimiento, lo harán entonces por “moda académica” o conveniencia.
Otros de los que no leen nada (postura 3) , son los mismo autores (vayan aquí nuevamente la profusión de comillas) patagónicos, que están sumamente cómodos en editar un librito cada tanto, que ignoran en qué anda la literatura, que cuando se hacen eventos (recitales, encuentros, etc) leen lo suyo y se van. Tan enamorados están de su propia voz que para protegerse de la conciencia que podrían adquirir (esto es que pueda llegar a haber otros que escriban en serio, para ser leídos, para decir algo, no sólo para ser publicados y juntar tierra en una biblioteca) se retiran.
De ese modo no sólo se protegen sino que también protegen el pequeño lugar que han adquirido, esa etiqueta de “fulano de tal” que ven peligrosamente amenazada ante un autor desconocido. Suelen hacer el reclamo de : “tenemos que leernos más” (que hace años escucho) y que quiere decir en realidad “tienen que leerme a mí”. Esta gente, en general, no sólo no soporta la crítica, sino que además actua cercando al elemento polémico, o lo “ningunea” o lo suprime. Esta estrategia por desgracia suele dar resultados. A los genuinos actores culturales, escritores serios, que han leído, que tienen idea y postura tomada, o bien se mudan a otro lado donde creen podrán desarrollarse mejor, o dejan de escribir e intentar cambiar algo. Pero para no introducir un panorama tan desalentador debo señalar que hay otras posturas a tomar.
Esto es provocar una “implosión” de campo literario: explotarlo desde adentro, metafóricamente hablando. Participando públicamente de las polémicas, tomar partido, escribir afuera, incluso en el extranjero; romper de todos modos posibles la idea (falsa) de que sólo se puede ser escritor local, o de pueblo. Crear un campo de reflexión que no excluya la crítica literaria, empezar a leer las redes intextuales entre los autores, para adentro y hacia afuera, y sobre todo, tener el oído muy atento a las manifestaciones culturales alternativas: el rock, el punk, la cumbia, el folklore.
Perderle el miedo a la popularización de la cultura, no todo lo popular es malo, ni todo lo considerado “alta cultura” es de calidad. Quizás con ésta y otras estrategias de lectura, de postura intelectual logremos construir una cultura propia, con la cual nos sintamos representados, móvil, viva.
Y quizás también logremos frenar este desangrado en cámara lenta que vive la juventud, que se tiene que ir afuera, de la provincia primero, y del país después. Quizás también podamos resolver algunos problemas sociales que provienen de los no-dicho (a- dicto), ser pensadores más autónomos y críticos, más creativos, más productivos, en fin...no quiero con esto decir que la literatura tenga una función social definida, si creo, con Bajtin que es un “anillo” desde donde se irradian muchas ( sino todas ) las representaciones sociales. Una literatura regional esclerosada y muerta habla de una sociedad esclerosada y muerta. Y conformista. Hay mucho por hacer. O lo hacemos nosotros, o como siempre, nos vendrán a “interpretar” de afuera.

Claudia Elisabet Sastre
San Julián- 1° de Octubre de 2008

[1] Tresguerres Sebastián, 2006, Buenos Aires. Huida Rara, página182
[2] Tresguerres Sebastián, 2004, Buenos Aires. Suur Xur, página 126
[3] Habría que ver por qué estos escritores son ofcialistas, que tipo de sociedad representan y por qué, qué poderes simbólicos los sostienen y que relación tiene éste poder con el imaginario que desarrollan en la obra. Yo tengo varias hipótesis, algunas de ellas han sido desarrolladas en trabajos previos,pero mucho todavía hay para seguir pensando y seguir esclareciendo.

2 comentarios:

La Moro dijo...

Coincido con lo que planteás en este artículo, Claudia. He caído en el error (salvable, por suerte) de intentar leer algo de Patagonia a la luz de críticos de literatura nacional o latinoamericana, y lo cierto es que son parámetros totalmente distintos. El problema es que algunos/as piensan que por ser distintos y difíciles de aplicar a lo nuestro, convierten a lo nuestro en inválido (si hicieran exactamente lo contrario, otro gallo nos cantaría).
Cuando releeo tu ensayo, se me ocurre pensar en lo que podría ser una cuarta posibilidad de las dos enunciadas por Tresguerres más la que deducís, implícita entre ellas, vos. Pero más que con los lectores tiene que ver con los lugares de legitimidad de los escritores:

… Decía que esas dos posturas enunciadas en Huida Rara son tres:
las apoyas con entusiasmo aunque las padezcas
las atacas hasta aniquilarlas
nada, ni siquiera las lees
El campo literario todo, los escritores, los escasos lectores, los académicos, etc, toman una y otra postura respecto de eso…

Es probable (no lo sé, será cuestión de discutirlo, leer, fundamentar) que exista, decía, una cuarta postura, y es la de aquellos escritores que tienen una importante formación literario-cultural y por lo mismo experimentan en sus obras con el lenguaje de manera que ejercen la ruptura con la tradición, pero que no obstante retoman para trabajar algunos tópicos o motivos vinculados con esa misma tradición para re-funcionalizarlos. Voy a intentar ser clara (dudo que lo logre, pero voy a hacer el intento).
Eventualmente he leído a un par de sujetos (uno, para hacer honor a la verdad, pero es probable que hayan más!) que parecerían sintetizar el enfrentamiento entre la poesía tradicional y la nueva. Y esa síntesis (o puesta en diálogo, como queramos llamarle) la llevan adelante utilizando mecanismos meramente lingüísticos, sin abusar de tropos retóricos ni lenguajes grandilocuentes. Por ejemplo, en “Sueños inconclusos”, texto que Petroff finalmente posteó en su nuevo blog, desde su gesto autoral, no se circunscribe al espacio geográfico “Santa Cruz” sino que abarca una región más general, el sur (así, sin mayúscula, a diferencia de Leydet, Flora Rodríguez, Peña, etc.) ¿Puede percibirse esto como una voluntad de “democratizar” el espacio social de modo tal que no se vea circunscripto a la situación espacial concreta, es decir, que un poeta pueda ser llamado “santacruceño” aún cuando no pertenezca per natura a la provincia, o no se sienta parte del ideario discursivo hegemónico del Estado, o incluso cuando se trate de un sujeto como él, por propia definición, “trashumante”, vagando siempre en un “no lugar”?


… A veces me pregunto qué diablos hago en este lugar al sur de todas las latitudes y no encuentro respuestas. Lo cierto es que estoy aquí y este es mi lugar en el mundo, aunque por momentos siento la necesidad de fugarme a otros paisajes.
Sin embargo esta imagen de estepa helada e infinita es la que me convoca y llena mis nostalgias cuando estoy en otras tierras u otros cielos. Desde que llegué a este suelo pedregoso y hostil, con su viento sempiterno y sus cielos encendidos de atardeceres de ensueño, busco algo que aún no descubro.
No le temo a las soledades, porque la soledad es parte de mí y en ella me refugio, me protejo de la maldad del mundo que busca hacerme presa y desgajarme. La inmensidad de estas pampas es la metáfora superlativa de mi propia alma. Tal vez sea por eso que en este lugar de extensiones infinitas me siento como en casa, como en mí mismo, como en el vientre de mi madre pretérita y memoria… (fragmento)


Da la impresión de que la soledad de ese sujeto errante se hermana con la soledad que transmite el paisaje árido de la estepa santacruceña, a partir de imágenes que dialogan con la tradición y al mismo tiempo son muestra de “la nueva” poética, aquélla que concibe al lenguaje literario como un trabajo constante de corrección y reescritura, en pos de lograr una “manera distinta” de mirar el mundo.
La escritura de Petroff no se pretende “la” Verdad –en el sentido aristotélico más conservador-, sino “una” verdad: la del sujeto, el “yo” que se desplaza por el espacio geográfico desde la ficción en perenne búsqueda. Encontrarla o no, probablemente sea lo de menos; el punto es de qué manera se recorre el camino, lo que se aprende –o no-, lo que se enseña y, de manera más general, de qué modo se literaturiza este camino.
El Sur se presenta como el territorio que genera sentido de pertenencia en el sujeto pero al mismo tiempo engendra dudas acerca de si el destino se está gestando o ya está escrito inexorablemente en lo agreste del paisaje y el clima.
Habrá muchas otras cosas por decir, pero sirva esto como un breve ejemplo de mi hipótesis. Como te decía, será cuestión de rastrearlo también en otros y ver si es sostenible; por lo demás, es esperable que en medio de una tensión en apariencia irreconciliable surjan voces que (quizás sin darse cuenta) pongan en contacto los dos “tiempos” poéticos del sur patagónico. Ojalá, no? Tengo la fuerte sospecha de que Tresguerres no estaría de acuerdo con esta línea de análisis…

macadamia dijo...

yo creo , sin temor a equivocarme que mario petroff està incluido en la primera, por que?
apoya con entusiasmo esta literatura, por opcion, que es toda una pertenencia, y si bien tiende al universalismo, por darle un nombre, es una caracterìstica de todos los poetas, incluso de los de calafate y viento. pero apoya la lit pat, y su praxis habla por èl. Distinto de tresguerres, que si bien se siente escritor patagònico, me parece a mì, se fue de la zona, no se quedò acà a ocupar su puesto en la trinchera. Es probable que se hay ido por otra u otras cuestiones, pero el resultado es ese...igual està para pensarlo. debe haber muchas opciones intermedias.

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Este espacio es un homenaje a un Grupo Literario que existiò el la Patagonia y del que tuve el honor de ser una de las fundadoras. Este grupo, ademàs de su labor poètica y una gran militancia en el campo de las letras y la cultura, iniciò una crìtica literaria en la zona.
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La foto que encabeza la pàgina es del lugar donde vivo: Puerto San Juliàn, en el Vìa Lucis -sobre el Monte Cristo-Patagonia.

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Puerto San Juliàn, Santa Cruz, Argentina
poeta, narradora, crìtica literaria,madre de tres hijos, casada, ama de casa.