lunes, 2 de febrero de 2009

Maridajes sobre "Hullablanca" por Carlos Pérez

Cuatro Dimes.

Maridajes sobre “Hullablanca” de Maritza Kusanovic Vargas
Por Carlos R. Pérez, Enero 2009.

(Uno- sel agua, sel trueno)

La presente misiva se aferra a la construcción de la momentánea sed, esa que se deja fluir como un señuelo depositado en las manos, buscando mecerse lo suficiente como para capturar lo único, es decir, objeto o materia que delimite el hambre mítica del poeta, aparición dentro de los espejos o irrealidad infinita, profusión de una pluma en todo el silencio, tan decidor como la voz de un discurso en la llanura del instante. Dije sed porque para la poesía de Kusanovic su imagen puede entenderse como lo que beberemos hasta encontrarnos. Hulla/ ser el aguabarro del inicio, el cursivo latir de otra voz, no menos apocalíptica que cualquier génesis. Me contó un almado, hace ya algún tiempo, que “la yuvia era mucho mucho sere cayendo”1. Tal vez lo que nos individue no sea por fin la lógica animosidad del descubrirnos como una pieza completa, sino el revivirnos en un fragmento sucesivo de la naturaleza, el manantial de nuestra ausencia en la mirada, la sequedad habitada en el rostro después del llanto; leyendo a Blanca entendí que nos hemos creado - también- para tormentar la fe.
Nada genérica es la impronta del hombre, sucedida y acometida como un gen de lo salvaje, reemplazado una y otra vez por el falso entendimiento del saber ser. El poema dice especie y fruto cuando la voz autora comprende su motivo, su cosmogonía, que es el poeta mismo. Dilucida que el número es la bocanada del espanto en este ciclo que nos designa a todos, pero ¿deberíamos hallarnos en esa cifra filosa?2¿Qué circunstancia nos imparte el modo de elegir la exclusión o la distancia de lo impuesto? El excluido es el oasis, la antiforma del período, lo nómade en el trayecto hacia la posible salvación, o la mera figuración de ese acontecimiento. Aún así, la comprensión de este híbrido, nacido en la más absoluta necesidad de la paradoja con la miseria, se mantiene impasible en su noción de vacío; cuando nada es la palabra, no hay posibilidad de existir, y es - entonces- imposible arribar a la muerte3 Pero compeler el significado en este artilugio de razones, es al mismo tiempo, hablar de texturas, de lo fáunico, de un doblez constante y meditabundo en la percepción. El origen del pensamiento no es la idea o el descubrimiento, es el tallo- cimiento, clamor de un pueblo y su brío, ensayado en lo político4.

Dos -Significables

“Todo es uno y es mil a la vez,
la condición de sentir, casi todo
Sin decir”5


Desierto/ lenguaje que nos habita
Volver a nacernos / en fotogramas de sueño
La muerte / lo profundo
La lluvia/ los iguales
Huesa muerte
Los yugos, los morenos/ el esclavo de su tiempo
En el tiempo6.

Cada invocación se arriesga a agotar en la similitud; con la lluvia el ojo sobrevive, porque vierte primero el lloro que, lamiendo su primera gota, primigenia convenientemente la creación y - sin embargo- su prolífera cadena de espantos soñadores. Pero su cuerpo-voz etéreo-fémino parece un resplandor húmedo, no tiene fases, niño/a al descubierto del fenómeno, pestañeo que se le abre como un mundo y se vierte dentro dél para transformarlo en otra cosa. Naturalmente nos identifica la muerte. Dante se admiraba -insurrecto- de los circulares paradigmas del fuego, Vargas y sus almas y sus pariciones influencian este averno soñando a los otros, los que no están, los que han sido despedidos de una profecía o un origen. Son los nadies, los sedientos7.


Tres (el No8)

Yo no tuve padre/mo-no de negro sotanito que hablara de Apocalipsis. El no como ente me ayuda a hablar del proceso hasta el final; Blanca asimila su valor especiado de noches hasta ese punto, porque la pregunta no cabe al negar. La negación se transforma en respuesta; como una ruptura en la imagen femenina; como llueve en su espíritu donde no habita ese fruto de la vida. Los corderos y los faunos son cremados hasta todos los cielos para el ciclo de la muerte, es necesario entender la sangre en su artilugio de secretos. Tan enigma es el poeta, que anda. Su valor en términos racionales no puede ajustarse al léxico de la justicia, la manera bíblica o predictiva. Pero mas allá esta el valor opuesto; ser la voz es ser /una sed/ parecida a lo demoníaco. Que me latan las entrañas para volver a verme, dijo una poesía que aún no he escrito9.
El nochernícola10 gigantiza - en la originalidad de las manos- el candor del alma, alimento y refresco como destreza en el arte. Puede precipitarse hasta virar el cielo, darnos a nosotros mismos el azul, para calmar la necesidad de bebernos. Las tinieblas nos reflejan, pero la imagen construida por la sensorialidad, habrá de verternos una nueva luz. Pies descalzos nos salvaremos del hundimiento, por la voz, que oral en todo su eclipse, vuelve a contarle al mundo que, lo creado pertenece a lo predicho. Una palabra desvelará al universo y toda su impronta hacia adentro nos retornará al canto. Renombraremos nuestra lluvia, cantando al trueno, gusano en el arma del paso. Por eso el perdón se asimila al despojo, una representación del vino, tan “Varsitú”11 como la muerte.


Cuatro- (L´golpe, L´grito)

La figura de un golpe nos acecha también en otros goteos, nunca parece caber un Dios en el grito. Todos lo hombres ciernen su horizonte en el más allá del hombre. Hay tanto unos sobre la noche como las fauces de sus demonios, mojan sus espaldas y hacen del ruido su lengua. Y la lluvia llega a limpiarse el momento, corto, en el barro que se va lejos hacia donde otros han quedado. Fugaz y eterno es el decir de los poetas, con sus ojos llueven en cada origen de las voces, con cada gota se puede leer la imagen12 y ser. Roedura en la memoria de los ausentes, se vuelve, en la tragedia de sus cenizas, se retorna como página viva de la naturaleza. La sed se apaga de a gotas, lo hombres somos algunas partes; la lluvia, madre de todas las cosas, nos devuelve a los hijos, el futuro y los rostros13. Esparcida culmina Blanca - ésa que fue- dentro en su celeste hullido. Ya han dejado de pedir agua los sedientos. Aunque la sed sea cosa infinita.


1- Ariel Williams, del poemario “Conurbano Sur”; poema V, en “Los Sufros”.
2-Referencialidad estimada por el autor hacia el poema 6, Hulla Blanca (H.B), Maritza Kusanovic.
3-Poema 10; H.B.
4-Lecturas entre 11-15; H.B.
5- Luís A. Spinetta, fragmento de “Cisne”, del álbum “Para los árboles”.
6-Poegrama, ambiciosa convencionalidad del autor en pos de esquematizar un compendio de términos bivalentes (¿?), lecturas entre 16-21 H.B
7-Cita textual del término nadies, lo plurals aquí es absolutamente intencionals; 29, H.B
8- No señores, no. No retomaremos a Girondo para la comparación poemática del fonema ni asimilaremos el título a una premeditada acción de apropiaciones, el lenguaje y el valor circunscrito en una palabra le pertenece a todos, no sólo a los críticos o similares enciclo/pedistas. (Pedistas: de pedantes agrupados en un ismo).
9-Período entre desvelos, hacia los 30 -45, H.B.
10- Mención al poeta en “Cuadragésima Tercera Palabra”; Libro del Guenpín; Juan Carlos Bustriazo Ortiz.
11-Ariel Williams, “La Varsitú de una Cantinesa” (pág. 57); Conurbano Sur.
12-Transcurso, sin novedades, 45- 55; H.B.
13-Períodos finales, hacia 56-60, H.B.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

alucinante. Luis

Anónimo dijo...

impresionante. Luisa.

Anónimo dijo...

gracias carlitos, amigo del alma. Ya sabés lo que pienso: nadie lee realmente su propia poesia sino a traves de la mirada ajena. Cada vez que alguien me escribe su opinión y comentario conozco más a "hullablanca". Un abrazo enorme...Te extraño. -maritza-

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Este espacio es un homenaje a un Grupo Literario que existiò el la Patagonia y del que tuve el honor de ser una de las fundadoras. Este grupo, ademàs de su labor poètica y una gran militancia en el campo de las letras y la cultura, iniciò una crìtica literaria en la zona.
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poeta, narradora, crìtica literaria,madre de tres hijos, casada, ama de casa.