sábado, 13 de marzo de 2010

Las siete vidas del gato- relato de la vida real de Domingo Abeijón





LAS SIETE VIDAS DEL GATO

(Domingo Abeijón, relato de la vida real)

Envíado por Majó, su hija

Una vez en una carta para Majó, cuando había nacido Amanda, el abuelo Mingo contó este cuento y quedó escrito para que todos sus nietos lo puedan leer:

Te voy a contar un cuento, o mejor dicho una cosa que ocurrió en San Julián, provincia de Santa Cruz, hace como treinta y cinco años.

En todos los aeroclubes el lugar más codiciado es la cocina y sobre todo en los inviernos patagónicos.
Cuando los tripulantes de un Piper llegan luego de horas de luchar contra el viento, la distancia , la turbulencia y la incertidumbre, no hay como la cocina para recuperar energías y comentar el vuelo, siempre mateando junto al calor de la cocina.
Cocina a gas era un privilegio que teníamos los del aeroclub de Comodoro , en otros aeroclubes tenían estufa a querosen o a leña porque en ese tiempo, en especial en el sur, no había Supergas ni se había hecho ningún gasoducto como hay ahora.

En San Julián, tenían un gato que estaba siempre en la cocina y era amigo de todo el mundo, era amable y conversador. Se paseaba por entre las piernas de los materos rascando su lomo con pasadas suaves y subiéndose al hombro de quien le diera confianza. pero el gato también tenía sus defectos, como cualquier ser humano, y como tal también le gustaba alimentarse.

Ocurrió entonces que había una paloma que tenía sus pichones en el nido que los del aeroclub habían construído especialmente para todas las palomas. El gato, seguro que sin mala intención pero con hambre, se comió los pichones cosa que produjo un gran enojo entre los concurrentes al club. Luego de varias discusiones se decidió por unanimidad matar al gato que no tenía ningún defensor por los graves cargos acumulados. Cuando llegó el momento de cumplir la sentencia uno de los presentes ( que podría ser Bratovich, Landolfi o el instructor o Juancito Marilovich) sugirió que el verdugo fuera fulano-que también estaba presente- pero hete aquí que en ese momento preciso apareció el mejor defensor que podría tener el gato y que nadie había imaginado: El defensor era la creencia o la superstición o la leyenda según la cual el gato tiene siete vidas y por lo tanto el que mata a un gato tiene siete años de yeta ( mala suerte) . Bueno : como se imaginarán el gato se salvó por falta de ejecutor.

Claro que , pasaron unas semanas -o meses- y un día de crudo invierno estaban el mecánico y un piloto ocupados en arreglar uno de los aviones. Con el frío y el trabajo se les despertó el apetito y para saciarlo sólo tenían una martineta asada al horno y algo de galleta dura. Antes de comer -y como el trabajo estaba terminado-solo les faltaba hacer un vuelito de prueba. Dejaron la martineta en el horno semiabierto y se fueron a hacer el vuelo de prueba.
Cuando regresaron contentos porque todo estaba bien fueron a la cocina y se encontraron con que el gato se había comido la martineta. No hubo tragedia ni gritos . Con bronca contenida y casi sin cambiar palabra , mientras uno ponía el avión en marcha , el otro tomó una bolsa de arpillera , luego agarró con cuidado al gato y lo metió en la bolsa, subió al avión con la bolsa. Cuando volaban a 150 metros de altura sobre el centro de la pista le dió un puntapié al gato. Luego abrió la bolsa, el gato enfurecido salió de la bolsa y se encontró «casualmente» la ventanilla del Piper abierta y sin pensarlo dos veces saltó hacia la libertad ( que estaba cientocincuenta metros más abajo). Al salir de la cabina hizo una voltereta y se acomodó para caer parado.
No lo vieron más.
Cuando regresaron alguien que había llegado recién les preguntó por el gato.Por ahí viene! dijo el piloto señalando el cielo.
Che !Mataron al gato! Mataron al gato! gritaba el recién llegado, ahora van a tener siete años de yeta!.
No , le dijo el piloto, él se tiró, así que fue suicidio.

Durante algunas semanas el paseo de todos era por el centro de la pista para ver si encontraban al gato. Nunca apareció y, como por ahí no había aves de rapiña que pudieran llevárselo se supone , con el fundamento de las siete vidas , que este gato no llegó a la tierra y que todavía andará por el aeroclub rondando la cocina.

FIN

Domingo Abeijón (escrito en 1988).

Mi amiga Majó Abeijón es escritora, narradora oral y vive en Comodoro Rivadavia, pero su papá supo trabajar en San Julián, así que muchos de los lectores reconocerá a los personajes que de alguna manera han hecho historia, tan cotidiana como gloriosa, surcando los rebeldes cielos del sur...

Claudia Sastre
Marzo de 2010

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Este espacio es un homenaje a un Grupo Literario que existiò el la Patagonia y del que tuve el honor de ser una de las fundadoras. Este grupo, ademàs de su labor poètica y una gran militancia en el campo de las letras y la cultura, iniciò una crìtica literaria en la zona.
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poeta, narradora, crìtica literaria,madre de tres hijos, casada, ama de casa.