martes, 3 de mayo de 2011

Pequeños fuegos que se encienden

Pequeños fuegos que se encienden

«Todos los usos de las palabras para todos» me parece un buen lema,
tiene un bello sonido democrático. No para que todos seamos artistas, sino para
que ninguno sea esclavo.

Gianni Rodari- Gramática de la fantasía


A fines de 2009 se me encargó un dossier de poesía joven en la Patagonia, para el periódico de poesía de la Universidad Nacional Autónoma de México1, donde fueron publicados poemas de autores muy jóvenes, menores de treinta años, muchos inéditos, que con tenacidad y constancia escriben, contra todo pronóstico, excelente poesía.
El reclamo de muchos de estos jóvenes es la falta de formación, de talleres desde donde intercambiar lecturas y sobre todo la mala, escasa o nula formación literaria que la educación formal les ha dado sobre la literatura. Muchos manifiestan cuánto les ha costado romper con los estereotipos de “lo literario” que la escuela les ha dejado. En muchos de los talleres que he brindado en mi provincia, los participantes han manifestado lo mismo. No obstante y pese a haber una congruencia de diagnóstico de la necesidad de expresión de nuestros jóvenes y niños, no se notan cambios respecto de cómo se instrumentarían técnicas de creatividad y de expresión en escuelas primarias y secundarias, aunque sea a través de los espacios no formales que éstas tienen2...por qué será? No intento ser irónica, es sólo una pregunta para ponernos a pensar cómo a veces entre lo real y lo ideal hay tanta distancia.
En un utópico mundo, donde la sociedad toda trabajara en pos de generar felicidad e inteligencia ,el estímulo de las capacidades deberían estar orientadas hacia la felicidad; la enseñanza de las artes, o mejor dicho, el estímulo a las artes, se consideraría primordial, y urgente.
Cuando decimos enseñar estaría bueno plantearnos o re-plantearnos qué significa eso. El docente debe preguntarse siempre, enseño? Qué enseño? Qué capacidades busco estimular en mis estudiantes? Y no olvidarse del cómo, ni del por qué...
Asistimos a una sociedad educativa contenidista, en general se limita a repetir contenidos que otros han creado, sin una verdadera incorporación de sentido, como si lo creado por la persona no valiera en absoluto, excepto las voces autorizadas -y autoritarias - que se consideran valederas...así quedamos más y más silenciados, más y más aburridos, menos creativos, y finalmente el “sistema” habrá ganado la batalla. El “sistema” que se esconde bajo el anonimato, pero que busca cómplices, y los encuentra.
En la provincia de Santa Cruz detentamos un vergonzoso índice: el más alto número de suicidios adolescentes. El año pasado presenté en Madryn un trabajo sobre la relación de la falta de expresión y las psicopatologías, entre ellas, drogadicción y suicidio. Volver sobre el tema sería redundante; hoy me ocupa una expectativa quizás más optimista, de qué manera los “agitadores culturales” debemos ser vectores de liberación, de libertad. Quizás suene grandilocuente, pero no hallo otro modo de nombrar este deseo, que exprese plenamente el compromiso que me tiene ocupada hace ya unos años, cuando decidí ser docente informal.
Esta es una pelea contra la muerte, a favor de la expresión y contra la muerte pero no tenemos excusa para ser pesimistas, las pruebas nos dicen que con los escasísimos estímulos que nuestros jóvenes tienen bajo la forma de talleres, capacitaciones, etc, los chicos y adolescentes de Patagonia que escriben son excelentes, grandes poetas y narradores...imagino los talentos que surgirían si estas voces tan diversas y personales se multiplicaran cuantitativamente, para decir lo suyo. Nada o poco tenemos para enseñar desde el sentido tradicional de la palabra, alguna técnica quizás, alguna lectura; pero más complejo que eso y mucho más desusado es el empoderamiento, que como proceso cultural provocará el cambio que todos deseamos y cuya ausencia constituye la carencia más grande y deliberada que el sistema educativo tradicional nos muestra. Implica moverse del rol pasivo y comenzar a actuar.
Partimos de la base de que la cultura no es un producto que se consume, ni se vende; suena utópico, pero debemos recuperar esa dimensión olvidada deliberadamente, a partir de allí veremos cómo la creatividad favorece la felicidad, como se empodera aquel que puede crear, que es libre para hacerlo, que siempre lo fue y lo olvidó, o se lo hicieron olvidar. Si recuperamos la fiesta, la risa, la alegría, primero que nada, recuperaremos el arte, la cultura y todas aquellas cosas que se dicen de ceño fruncido; pero que surgieron de la fiesta y no de los museos. Nos han mentido con que “popular” significa berreta, ordinario, y en eso se han jugado la ideología. Como dice Paulo Freire, debemos descubrir dónde alojamos al opresor, tomar conciencia de que nos habita, para poder desalojarlo.

Soplar las brasas

Cuando pensaba en el título de este trabajo pensaba en el oficio del coordinador de taller: un coaching, un “soplador de brasas”, un facilitador. Alguien que tira una propuesta, pero debe ser lo suficientemente flexible para que esa propuesta no se lleve a cabo “exactamente” del mismo modo que fue propuesta. Debe estar medianamente previsto para la frustración, a veces las cosas no salen y no salen, y eso debe formar parte de la formación -si se perdona la redundancia-; es importante asumir que de la frustración es posible crear y recrear.
Me dijeron que en Brasil despertar se dice del mismo modo que acordar, despertar sería acordar, acordarse en el sentido del recuerdo, y acordar en el sentido de ponerse de acuerdo, negociar en definitiva: una de las cosas a las que nos obliga el trabajo de taller es a ponernos de acuerdo, y respetar las pautas de negociación sobre todo cuando trabajamos con algo tan delicado como la creatividad y el lenguaje. Creo, estoy totalmente convencida, que la discusión, el debate, la negociación nos ayudan a vivir y a superar la incomunicación cotidiana...la discusión a la que a veces se le teme, debe ayudarnos para construir entornos de respeto hacia los otros y hacia nosotros mismos.
Trabajando en el área de Educación en Valores una de las herramientas que más me sirvieron para ayudarlos a discutir productivamente fue el libro de Leonardo Wok “Coaching: el arte de soplar las brasas” que me ha servido muchísimo en la coordinación de talleres, puesto que me enseñó que un modo de hacer parir a las palabras es aprender la escucha activa. No todo es técnicas de estímulo de la creatividad -que son muy importantes- el trabajar con jóvenes debe ser una escucha afectiva también, contenedora. En las culturas primitivas cuando una persona padeciente de un dolor se presentaba ante el chamán o hechicero del pueblo, lo primero que le preguntaba el chamán era ¿quién no te quiso hoy?. Cuántas veces, cuando uno empieza a expresarse, esa pregunta queda flotando, tácita y presente. El lenguaje puede, entre otras cosas hacer expresa esa pregunta.
También tomé como referencia una idea que se desarrolló en la Provincia de Santa Cruz durante los años 2004 y 2005 llamada Festival del Fuego Interior, llevada a cabo por el poeta Carlos Besoain, que comenzó con los Juegos de Lectura Hector Rodolfo Peña y una experiencia en la que participaron 6800 jóvenes y adolescentes de entre 13 y 17 años de algunas localidades santacruceñas, esto resultó en una antología de cuentos llamada “Jugando con el abuelo Luciano y otros cuentos”3. Esta buena idea, y excelente trabajo que no sólo debería haber sido conservado, potenciado y estimulado, duró un año...quedó como una mera experiencia. He leído esa antología y me parece muy rescatable la calidad de lo escrito, y el trabajo excelente de su coordinador, pero allí quedó; cito textualmente de la contratapa del libro:
“estamos complacidos en presentar al público una obra que constituye una experiencia única, es decir la edición de una Antología compuesta por cuarenta cuentos cortos, producidos por adolescentes de entre 13 y 17 años, que residen en cuatro localidades distintas de la provincia de Santa Cruz (Los Antiguos, Perito Moreno, Las Heras y Río Gallegos)”. (Las negritas son mías) Experiencia única, e irrepetible, cabe preguntar si habrán leído lo que los adolescentes tienen para decir, y habrán decidido que “no hacer” con ese mensaje subversivo e irreverente...se me ocurre a mí, que soy muy mal pensada. En honor a esa experiencia va también el título de esta ponencia.
Por otra parte, otra que cosa que pesa y juega en los jóvenes -y adolescentes- es el tema de la exclusión simbólica: la literatura, la poesía parecen demodé o ñoñas, porque se parte del prejuicio. Para ser “piola” ,para estar “en onda” hay que despreciarla. Entonces se parte de la idea que “literatura” es lo que otros hacen, no lo que uno escribe, no se pide excelencia, ni lecturas, ni conocimientos. Nos coloca ante una falsa opción: o es “expresión de sentimientos” o es “lo que otros hacen para que nosotros leamos”. La primera no nos exige, basta con sentir y poner por escrito lo que sentimos; está muy bien en primera instancia, pero para que sea leída por otros, para que los otros se conmuevan, debe dar un paso estético hacia adelante; lo que no implica en absoluto que sea artificioso.La segunda opción nos deja en una actitud pasiva y expectante...tal como menciona el poeta Camilo Blajaquis en el reportaje al periódico página 12: “ es más peligroso el pibe que piensa que el pibe que roba” y deberíamos hacernos cargo de esa postura, no sólo para asumir el diagnóstico como verdadero, sino para cambiarlo, revertirlo.
La escuela suele dejar afuera otros discursos, que rozan lo literario pero son inclasificables dentro del entorno escolar, como por ejemplo cierto tipo de letras de canciones, cuyo lenguaje, a veces cifrado para los adultos, es considerado vulgar, grosero, inadecuado de acuerdo a los cánones de pertinencia y pragmática, los espacios de educación no formal le dan entrada a esos lenguajes porque no trabajan con las mismas consideraciones de adecuación; los escritores, sin importar nuestra edad tenemos la oreja más atenta a los lenguajes que circulan por la vida, la burocracia no nos ha ensordecido, estamos más atentos a la realidad de que las palabras nacen y mueren, como dijera el maestro Octavio Paz. El lenguaje adecuado en un taller no es ni el considerado “literario” de acuerdo a los preconceptos establecidos, ni el lenguaje que evita la grosería, la ironía, los cronolectos; el lenguaje adecuado es el que expresa adecuadamente, conmueve, es eficaz y eficiente para expresar. Abre sentidos, abre cabezas y corazones.
En el mundo en que estamos y habitamos diariamente, los docentes nos la vemos frecuentemente con el dolor. Los jóvenes, los adolescentes sufren, sufren el acecho de las drogas, del alcohol, de la presión de ser piolas, de la falta de afecto, de la incomunicación, de la imposibilidad de completud, y de tantas otras carencias. Este trabajo fue un intento, muy provisorio, de transmitir una experiencia de taller que he recopilado a lo largo de dos años de brindarlos por mi provincia y en mi comunidad. Quiero concluir con un pensamiento de William Shakespeare sobre el tema, a modo de resumen: “Dad palabra al dolor; el dolor que no habla gime en el corazón hasta que lo rompe”.

Claudia Elisabet Sastre- Puerto San Julián, 1 de marzo de 2011.

Bibliografía
Gramatica de la Fantasía- Gianni Rodari- Editorial Argos Vergara- Barcelona 1973
Jugando con el Abuelo Luciano y otros cuentos- Biblioteca Pública Provincial Juan Hilarión Lenzi- Subsecretaria de Cultura Gobierno de la Provincia de Santa Cruz- 2005
Pedagogía del oprimido- Paulo Freire en
http://www.servicioskoinonia.org/biblioteca/general/FreirePedagogiadelOprimido.pdf

http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/4-19641-2010-10-18.html

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Este espacio es un homenaje a un Grupo Literario que existiò el la Patagonia y del que tuve el honor de ser una de las fundadoras. Este grupo, ademàs de su labor poètica y una gran militancia en el campo de las letras y la cultura, iniciò una crìtica literaria en la zona.
Me gustarìa compartir con los lectores trabajos de crìtica literaria, textos inèditos, etc... en fin... lo iremos haciendo entre todos. Se aceptan sugerencias
La foto que encabeza la pàgina es del lugar donde vivo: Puerto San Juliàn, en el Vìa Lucis -sobre el Monte Cristo-Patagonia.

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Puerto San Juliàn, Santa Cruz, Argentina
poeta, narradora, crìtica literaria,madre de tres hijos, casada, ama de casa.