viernes, 17 de octubre de 2008

Contra la totalidad- Juan Carlos Moisés

XXVI Encuentro de escritores Puerto Madryn 2008

CONTRA LA TOTALIDAD

Hay una idea consabida: que la literatura que se escribe en la Patagonia tiene rasgos distintivos. No como valor sino como característica. El título, CONTRA LA TOTALIDAD, se me ocurrió a partir de una cita de Juan José Saer, que cita a Sartre, cuando dice: “La totalidad no puede ser más que imaginaria”. Agrega Saer: “La ilusión de dominar, sobrehumanamente, la totalidad, es la más infundada de las certidumbres”. Para ubicarme en la propuesta de las citas, se me ocurre pensar en nuestro planeta como lo particular, y en el cosmos como la totalidad. Más que ver el cosmos en detalle, lo imaginamos. Pero si a esa totalidad llamada cosmos le damos rasgos definitivos, flaco favor le estamos haciendo a la verdad. Recordemos las peripecias que sufrió Galileo. Cuando esa TOTALIDAD se da como cierta, y además es aceptada como regla, todo lo que se construya alrededor de esa idea será además de falsa, autoritaria. Decir CONTRA LA TOTALIDAD, en consecuencia, es proponer no sólo lo particular, sino lo relativo, la duda ante las certezas.
El tema es la Patagonia, y pienso en la idea generalizada, sobre todo desde el punto de vista eurocéntrico, que se trata de un territorio cristalizado en ciertos mitos. De “mares prohibidos” y “costas bárbaras”, como dice Melville, o de “imágenes trágicas y obscenas”, como dice Pessoa. Casi todos los hechos de violencia, injusticia, intemperie, soledad extrema, que podemos encerrar en el círculo del mito patagónico, caben también, por ejemplo, en un solo libro del siglo XIX, escrito en Buenos Aires y ambientado en la pampa: “El Gaucho Martín Fierro”. Más cerca en el tiempo, en el siglo XX, tenemos “El fiord” y “El niño proletario”, de Osvaldo Lamborghini, que aun con su filiación urbana podrían ser metáforas desaforadas de nuestra historia patagónica. Y es así porque la literatura exige la metáfora. El determinismo geográfico siempre queda absorbido por el mecanismo reflexivo y de significación que proponen los textos de creación.
A favor de la Patagonia y de sus habitantes originarios, podemos decir que es el último de nuestros territorios que se resistió al poblamiento del aluvión “civilizatorio”. De alguna manera, como espacio pertenecemos a una Modernidad tardía. En 100 años hemos acelerado la historia que a otras regiones del país o de Latinoamérica les llevó 400 ó 500 años. De modo ambivalente, representamos lo nuevo de lo viejo, y viceversa. Por diversas razones, somos un conjunto social híbrido de mutación acelerada. La variedad y la diferencia son la regla.
Entrando en tema, podríamos encontrar un parentesco semántico entre “totalidad” y “totalitario”, y llevado al límite con “totalitarismo”. Esto es: la idea única, de conjunto, excluyente, que no acepta la diferencia o el disenso. La “totalidad”, por cierto, está conformada por una cantidad tan inmensa como inabarcable de partes, y no al revés. Esas partes tienen su forma, su marca, su gen. Creo que en esas partes que integran lo diverso de un cuerpo social en permanente transformación, está la carnadura de la literatura de ficción, cuyo tema de fondo siempre será la existencia en general. Creo que la experiencia de lo cercano consiste en escarbar en la propia llaga –personal, social-, aunque tenga un centímetro de diámetro, hasta vivenciar lo posible de las otras llagas que se parecen o diferencian. Es un modo de ver lo universal en lo particular. En literatura, “la totalidad” y “lo universal” no funcionan como sinónimos.
Para un escritor, abrazar la causa patagónica como quien se embandera y desde ahí presenta lucha, sería poner el carro delante del caballo. Tener la respuesta antes de formular la pregunta. Recuerdo una clase de atletismo que nos diera, de jóvenes, un velocista argentino. Le preguntamos cuál era el modo correcto de respirar en una carrera de 100 metros llanos. Nos dijo: “Basta que corran lo más rápido que puedan. El aire se va a ocupar solo de entrar y salir de los pulmones”. Pienso que del mismo modo tenemos que ocuparnos de escribir, que lo que está en nosotros va a estar presente en el texto. Pavese, por ejemplo, pone en tensión “la región natal” con “la universalidad del mundo interior".
Sospecho (porque no es deliberado) que escribo en contra de la idea de escribir literatura patagónica. Suelo encontrar “lo patagónico” en lo menos pensado. Sobre todo, en lo inevitable. Como es inevitable decir que es el lenguaje lo que define una escritura y es lo que da forma a una pertenencia, como también a cada uno de los extrañamientos posibles. 
Estos conceptos tampoco tranquilizan demasiado y deben ser puestos a prueba
ante cada intento de escritura. Lo dice Saer: “La narración es una praxis que, al desarrollarse, segrega su propia teoría”. Y también: “…el artista debe replantearse día tras día su estrategia”.
La antropóloga Michèle Petit, dice: “Leer es arriesgarse a ser alterado, invadido a cada instante”. Lo mismo podríamos decir de la escritura: Que escribir es arriesgarse a ser alterado, invadido a cada instante. Al Poder -bajo las muchas formas que le conocemos- le gusta tener el patrimonio del discurso, de las ideas, de las imágenes, y sobre todo del sentido. La literatura que escapa a la regla siempre va a proponer una visión propia. Es lo que sugiere Saer: “De todos los niveles que componen la realidad, el de la especificidad nacional es el que primero debe cuestionarse, porque es justamente el primero que, sostenido por razones políticas y morales, aparenta ser indiscutible”. Recordemos que la generación del 80 fue la que definió, de modo voluntarista, las líneas y contenidos posteriores de la argentinidad que en gran medida todavía tienen vigencia.
La idea de TOTALIDAD, o como queramos llamarle a cualquier forma omnívora de Poder, se expone continuamente ante los trazos finos o gruesos de la literatura, hasta donde la literatura es capaz de ir “en la espesa selva virgen de lo real”, como le gustaba nombrar a Saer la patria del escritor.
 Al terminar, advertí que alguien me miraba por encima del hombro. Creo que era mi conciencia. No puedo asegurarlo. Sólo puedo repetir lo que me sugirió: Que a la manera de Woody Allen o de Artaud, a esta intervención le pusiera el siguiente subtítulo: "Para terminar de una vez con el mito de la literatura patagónica".  Lo pensé. Pero no le hice caso.

Juan Carlos Moisés
Sarmiento, Chubut, agosto 2008.

1 comentario:

macadamia dijo...

bueno, no es ningún secreto el hecho de que no concuerdo con la postura aquí expresada por juan carlos moises. yo no creo que sea "una idea consabida" la de las especificidades(formales, temáticas, no sé) de la literatura patagonica)
Luego está la nada inocente asociación de totalidad con totalitarismo, ummmm, no creo que haya argumento mas reaccionario que decir que reaccionario es el "que no poensa como yo", por otra parte, la idea de abrazar una causa y embanderarse deja un cierto "tufillo" a fanatismo que no pienso aceptar, porque no me molesta que moíses no esté de acuerdo con la idea, no sólo mía de que existe una literatura patagonica, con sus problemas propios, distintos de la literatura "argentina" con muchas comillas...no creo que debamos pedirle permiso a los creadores de cánones, ninguneadores profesionales, para pensar, ni para crear, ni nada...
En lo personal no estoy buscando que buenos aires me canonice ni me editen ni nada, vivo y pienso aca, acá escribo, aca hablo tambien y digo lo mío, pero no soy totalitaria. tampoco adhiero a la literatura paisajistica y naturalizada, pero estoy un poco cansada de tanta displicencia y actitud de "hermanos mayores"

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Este espacio es un homenaje a un Grupo Literario que existiò el la Patagonia y del que tuve el honor de ser una de las fundadoras. Este grupo, ademàs de su labor poètica y una gran militancia en el campo de las letras y la cultura, iniciò una crìtica literaria en la zona.
Me gustarìa compartir con los lectores trabajos de crìtica literaria, textos inèditos, etc... en fin... lo iremos haciendo entre todos. Se aceptan sugerencias
La foto que encabeza la pàgina es del lugar donde vivo: Puerto San Juliàn, en el Vìa Lucis -sobre el Monte Cristo-Patagonia.

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poeta, narradora, crìtica literaria,madre de tres hijos, casada, ama de casa.