martes, 23 de diciembre de 2008

1° Premio narrativa en 2° Certámen Literario de Los Antiguos

En el 2° Certámen Literario de poesía y narradores de Los Antiguos fue premiado en 1° lugar en narrativa el relato que les presento a continuación, de la autoría de Ramón Alberto Suarez (bajo el seudónimo de ELAL)de Perito Moreno, quién además consiguió el tercer lugar en poesía con el poema "Niño Antiguense"
Verbo Copihue felicita a su autor por ambos galardones:

Loca Pacha Mama

Agosto por estos lados de Santa Cruz, ya de por si es un mes difícil. ¡Hay que pasar agosto!, dicen los más viejos, y se ríen, como si fuera que la vida y la muerte se encontraran en esos días para debatir sobre el destino de algunos mortales.
La naturaleza es sabia, sabe cuando y como mostrar su realeza.
En invierno la nieve de agosto del 91 parecía ser una mas de las inclemencias del tiempo, solo que la madre tierra esta vez preparaba algo más que frío intenso.
Televisión y radio nos alertaban sobre posibles sismos, dado que un volcán en el país vecino entraría en erupción en cualquier momento y nosotros desde aquí, incrédulos, de que el fenómeno nos pudiera afectar, vivíamos el día a día de un invierno más.
Comenzaron los temblores y la gente preocupada, corría a las casas a analizar lo que estaba pasando, a mí me agarró descansando, pues recién había salido de una guardia.
Sentí como si alguien con mucha fuerza me agarrara la cama y me la sacudiera para que me despertara, pero fue sorpresa para mí cuando desperté y no había nadie.
Como hacia una hora nomás que llevaba descansando, me volví a dormir, cinco minutos después mi padre me dice… - ¡eh!, ¡Psst!, ¿sentiste eso? - , yo lo miraba con un solo ojo, estaba reventado, muy cansado, pero ante la insistencia de mi viejo, más cuando me dijo que la tierra estaba temblando…, me levanté de un salto, me vestí y me fui corriendo hasta un mirador cercano porque a mi se me había “puesto” que desde ahí podría ver el humo del volcán.
El que persevera triunfa, dice el refrán y ahí estaba yo, sólo y atento, mirando al noroeste, cuando de pronto pude distinguir lo que parecía ser humo, como si fuera un “honguito” y ahí me quedé un buen rato, sobre una roca fría como un témpano y rodeado de blanquísima nieve…y con la única compañía del suave susurro de la brisa helada en mis oídos.
Volví a casa con esa rara sensación que te deja la emoción de haber visto algo único, algo tan bello pero tan amenazante a la vez.
Les conté a todos mi experiencia y de la misma excitación casi no comí el almuerzo de mi vieja.
Fue corta la siesta, pues debía estudiar para una evaluación de la escuela nocturna, tuve mucha fortuna que mis jefes me permitieran estudiar y trabajar a la vez, de 20:00 a 00:30 hs estudio, a la 01:00 hs guardia en la comisaría.
La prueba, un trámite, andaba bien en la escuela. Me fui al Pub de la esquina, donde esperaría a mis compañeros y así fueron llegando, comentarios de la prueba, ninguno. Todos hablábamos de los temblores y de los posibles peligros que estos ocasionarían. ¿Llegará la ceniza acá, si “revienta” el volcán?, preguntaba uno, ¡No que va a llegar! decía otro, pero era para tranquilizar nomás.
Cuando conté mi experiencia de la mañana, de los cinco que ahí estábamos, tres me quedaron mirando y entre todos me dijeron, ¡Mirá que se va a ver de acá, si eso es en Chile!
- les juro que después de eso que me dijeron me sentí como un estúpido, pero Julio, que había estado atento a mis comentarios y que además ya peinaba muchas canas, lo que lo hacía un tipo con más experiencia, encima era mi vecino y me había visto pasar esa mañana para el mirador…, dijo – estaría interesante ir ahora que es de noche, a lo mejor a oscuras se ve algo…-, a él lo miraron peor que a mi.
Dicho esto y después de caras raras, Roberto dijo… - si tuviéramos con que ir… - .
Ya vengo dijo Claudio y se fue al lado de un tipo en la barra que lo estaba llamando con unas señas. A su regreso nos dice… - ya vuelvo, me mandó a comprar unos cigarrillos al kiosco de la esquina.
Nuevamente los cinco juntos nos lamentábamos por la falta de un auto.
¡Ya sé! – dijo Claudio – le voy a pedir el auto al “Fulano” este que me mando a comprar cigarrillos, le voy a decir que es para dar unas vueltas por el centro nada más. A nosotros nos pareció un ataque de locura, pero este fue decidido a pedírselo; parece que le tenía confianza o lo conocía de algún lado porque cuando Claudio se dio vuelta y nos miró a los de la mesa, nos mostraba las llaves dibujando una amplia una sonrisa.
Y así fue como salimos en el “renolito”, los cinco a la ruta, Claudio al volante, nosotros de acompañantes.
No hacía mucho que habíamos salido del pueblo cuando en eso veo un fulgor rojo en lo oscuro de la noche, donde yo suponía que debía estar el volcán y así fue que todos mirábamos para el noroeste; de tanto en tanto la nieve escarchada de la ruta hacía saltar al renolito y ya no era sólo yo el que veía rojos resplandores, todos confirmaban lo que yo había visto. Por fin ya mas tranquilo miré la ruta en vez del noroeste.
Llegamos a la bajada del lago, Claudio detuvo el auto sin apagar las luces, todos nos bajamos para escuchar y ver mejor aquellos raros relámpagos.
Algo estaba mal, no escuchábamos romper las olas en la costa y estábamos a escasos mil metros del lugar.
Agudizábamos más los sentidos, pero nada, todo seguía igual.
Solamente veíamos rojos relámpagos y algún rayo celeste cruzando la inmensa noche allá a lo lejos. En eso, Julio advierte que había comenzado a nevar y nos dice… - ¡Será mejor que volvamos a comenzado a chispear! – Yo ya había subido pero pronto me tuve que bajar, cuando Julio dijo… - ¡esto no es nieve!, ¡es ceniza! Y acercando la palma de la mano a las luces del auto, vimos con asombro y confieso, con bastante “cagazo” que su mano se cubría de un fino y gris manto.
¡Rajemos! – Dijo Claudio - ¡Se viene la ceniza! El terror hizo un magnífico trabajo, ahí estábamos todos a los empujones para subir al auto, no vaya a ser caso que con el julepe Claudio se olvide de alguno…
¡Ah! ¡Si usted nos viera! ¡Hombres grandes!, ¡Que carrera!, la ceniza atrás con sus uñas en el baúl y al renolito del “Fulano” Claudio lo llevaba a full. La luz roja ya no era del relámpago, era del aceite, ya no mirábamos al noroeste, sino al torpedo del auto…
¡Es que me olvidé decirles dijo Claudio, que el fulano me encargó que no lo pateara mucho porque tenía problemas de aros! ¡Pelotudo!, - dijo Julio - ¡Mirá si nos quedamos!, y de nafta ¿como andamos?, - pregunta otro ¡recagado!. No hubo respuestas ya que las luces de la ciudad ya aparecían.
Julio y yo nos bajamos primero, los demás se fueron.
Cuando entré a mi casa, estaban todos cenando y al verme tan agitado mi viejo se para, se acerca y me dice - ¿Por donde has andado?, (hablaba así porque era de Santiago del Estero), mirá como tienes la ropa, ¿Qué es cal, caspa o talco?, Miré sobre mi hombro mientras me sacudía y les dije… - ¡Miren por la ventana!. Todos allá fueron y no podían creer lo que vieron, lluvia de cenizas en Perito Moreno, sobre la nieve blanca del invierno. Esto fue en agosto del 91. A mi me tocaba guardia, pero eso se los comento en otro cuento.



Elal

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Este espacio es un homenaje a un Grupo Literario que existiò el la Patagonia y del que tuve el honor de ser una de las fundadoras. Este grupo, ademàs de su labor poètica y una gran militancia en el campo de las letras y la cultura, iniciò una crìtica literaria en la zona.
Me gustarìa compartir con los lectores trabajos de crìtica literaria, textos inèditos, etc... en fin... lo iremos haciendo entre todos. Se aceptan sugerencias
La foto que encabeza la pàgina es del lugar donde vivo: Puerto San Juliàn, en el Vìa Lucis -sobre el Monte Cristo-Patagonia.

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Puerto San Juliàn, Santa Cruz, Argentina
poeta, narradora, crìtica literaria,madre de tres hijos, casada, ama de casa.